Por Iván Pinto

Actualmente, el dolor cervical o cervicalgia es el motivo de una de cada cuatro de las consultas del fisioterapeuta. Dentro de un marco bio-psicosocial, hay diferentes factores que pueden provocar la aparición de este tipo de patología:

  1.  Factores no modificables: traumáticos, genéticos, edad, sexo (mayor prevalencia en mujeres).
  2.  Factores modificables: actividad física, hábitos tóxicos o laborales. Dentro de esta categoría hay varias malas prácticas que ayudan a que el dolor cervical aparezca. Hablar por teléfono, leer en la cama o ver una película en tu ordenador son algunas de las cosas que no deberías hacer para evitar los dolores cervicales.

¿Cómo tratar el dolor  cervical?

Los tratamientos utilizados para ayudar a mejorar la sintomatología son numerosos e incluyen entre otros el tratamiento médico, la atención fisioterápica y el ejerció físico. En cuanto a la fisioterapia, recientes estudios hablan de la importancia de combinar este tipo de tratamiento con la actividad física, provocando así una mejora significativa de los resultados. La aplicación de calor local (bolsa de agua caliente, manta eléctrica…), junto a los estiramientos de la musculatura occipital y cervical, la terapia manual, la activación muscular (pilates, running, natación, fortalecimiento especifico…) y la educación postural son las indicaciones básica a seguir para tratar este tipo de dolencias. Cabe destacar la gran importancia de un tratamiento específico y muy individualizado; factores como el mecanismo de producción o el estado de la lesión (aguda, subaguda o crónica), entre otros, pueden modificar las pautas a seguir por parte del fisioterapeuta por lo que se recomienda realizar una consulta previa a la realización de cualquier ejercicio.

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